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Sensores, apps y bombas inteligentes: cómo la tecnología cambia el control de la diabetes

By 5 noviembre, 2025No Comments
Mujer midiendo la diabetes con nuevas tecnología tipo mobil y el botón tipo flash de monitorización.
Escrito por Lena Arnal Artiaga, MSc

La glucosa: la energía que mueve el cuerpo

La glucosa es un tipo de azúcar presente en los alimentos y que constituye la principal fuente de energía del cuerpo.. Es, por decirlo de forma sencilla, el “combustible” que hace funcionar los músculos, el cerebro y todos los órganos.

Cuando comemos, los alimentos se transforman en glucosa y esta pasa a la sangre. Allí, una hormona llamada insulina actúa como “llave” para que la glucosa entre en las células y pueda usarse como energía.

El equilibrio es la clave

Tener glucosa en la sangre es necesario, pero es importante que se mantenga dentro de unos niveles adecuados. Si hay demasiada, el cuerpo no puede usarla bien y se acumula en la sangre. Si hay muy poca, faltará energía para funcionar correctamente.

En las personas con diabetes, este equilibrio se altera porque el cuerpo no produce suficiente insulina o no la utiliza correctamente. Sin esa “llave”, la glucosa no entra en las células y permanece en la sangre. Con el tiempo, estos niveles elevados pueden dañar el   corazón, los riñones o la vista.

Por eso, mantener la glucosa dentro de los valores adecuados es fundamental. Aquí, es donde entran en juego las herramientas que permiten medirla, controlarla y anticiparse a los cambios.

Medir no es lo mismo que monitorizar

Durante muchos años, las personas con diabetes han tenido que medir su nivel de glucosa pinchándose el dedo. Es como hacer una foto: muestra cómo está la glucosa en ese momento.

La monitorización, en cambio, es cómo grabar un vídeo: permite ver cómo cambia la glucosa a lo largo del día. Así, es posible detectar si está subiendo, bajando o si se mantiene estable, y prevenir tanto bajadas o subidas peligrosas antes de que aparezcan los primeros síntomas.

Seguro que te has fijado…

Seguro que alguna vez has visto por la calle o en redes sociales a alguien –tal vez un familiar o una persona famosa–, con un pequeño “parche” en el brazo o en otra parte del cuerpo. Es probable que se trate de un sensor de glucosa, una tecnología que está revolucionando la forma de vivir con diabetes.

Detrás de ese pequeño dispositivo hay una gran historia de innovación, esperanza y autonomía para millones de personas.

Una gran revolución en un pequeño dispositivo

Durante años, las personas con diabetes –niños, adolescentes y adultos–  han tenido que pincharse el dedo varias veces al día para saber si la glucosa estaba alta o baja. Para muchos, esta rutina era incómoda, dolorosa y, a menudo, frustrante. 

Con los nuevos sensores, la vida de las personas con diabetes ha cambiado. Estos dispositivos permiten saber como la glucosa varía, ayudando a prevenir bajadas bruscas (llamadas hipoglucemias) o subidas peligrosas.

Tres formas de “mirar” la glucosa

No todos los sensores funcionan igual. Actualmente existen tres grandes formas de controlar los niveles de glucosa, cada una con sus ventajas y limitaciones:

Monitorización intermitente o “flash”

Se coloca sobre la piel y mide el nivel de glucosa del líquido que hay debajo de esta. Para ver el resultado, hay que acercar un lector o el móvil. Solo muestra  información cuando se consulta, aunque algunos modelos pueden guardar un registro de los datos de las últimas ocho horas.

    • Ventajas: reduce los pinchazos, es cómodo, discreto y fácil de usar.
    • Inconvenientes: no avisa automáticamente de bajadas o subidas. Si el usuario no lo consulta, puede no detectar una hipoglucemia, lo cual es  especialmente peligroso en niños/as pequeños/as o durante la noche.
Monitorización continua en tiempo real

Este sistema envía los datos constantemente al móvil o a otro dispositivo, mostrando la evolución del nivel de glucosa a lo largo del día y lanzando alertas ante valores peligrosos. Algunos modelos también cuentan con alarmas predictivas, que avisan antes de que la glucosa llegue a niveles de riesgo.

  • Ventajas: mejora el control y ofrece más seguridad al avisar a la persona usuaria con tiempo, para que pueda actuar con antelación.
  • Inconvenientes: requiere mantenimiento, puede irritar la piel y su coste sigue siendo elevado. Además, se necesita formación para interpretarlo correctamente.
“Páncreas artificial”

Es el avance  más importante en el control de la diabetes. Combina un sensor de  glucosa en tiempo real con una bomba de insulina que se comunica con él. Gracias a un programa informático, el sistema ajusta automáticamente la cantidad de insulina según las necesidades del cuerpo. Funciona casi como un páncreas.

  • Ventajas: ayuda a mantener los niveles de glucosa dentro de los valores adecuados durante más tiempo y reduce el riesgo de hipoglucemias o subidas bruscas. Mejora la seguridad y la calidad de vida de las personas con diabetes tipo 1.
  • Inconvenientes: no es una solución mágica. Su uso requiere formación, supervisión médica y revisiones frecuentes. Aún hay pocos estudios sobre su eficacia a largo plazo en menores.

La importancia de la educación y el acceso

La tecnología ayuda, pero no lo hace todo. Para sacarle el máximo partido, es importante entender los datos, cuidar la alimentación, hacer ejercicio y contar con el apoyo del personal sanitario.

Además, no todas las personas pueden acceder fácilmente a estos dispositivos cuyo coste sigue siendo elevado. Garantizar el acceso equitativo es esencial para que todos puedan beneficiarse de estos avances.

Mirar al futuro con confianza

Los sensores de glucosa y las bombas de insulina permiten vivir con mayor autonomía, seguridad y tranquilidad.. Aún queda camino por recorrer, pero la combinación de  tecnología, educación y apoyo profesional ya está marcando una diferencia en la vida de millones de personas.

Si tú o alguien que conoces tiene diabetes, comparte esta información. La tecnología avanza rápido, pero el cambio empieza contigo: aprende, pregunta y no dejes de cuidar tu salud.