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Diabetes infantil: tecnología llena de promesas… pero con muchas preguntas por responder

By 25 noviembre, 2025No Comments
Niña sentada en un sofá sosteniendo un medidor de glucosa que muestra un valor bajo, con un dispositivo de control de diabetes apoyado en su regazo.
escrito por Lena Arnal Artiaga, MSc

Una realidad cada vez más visible

Cada vez son más los niños, niñas y adolescentes que viven con diabetes. La mayoría reciben un diagnóstico de diabetes tipo 1, pero los especialistas advierten de un cambio preocupante: cada vez hay más casos de diabetes tipo 2 en menores.

Esta forma de diabetes, antes poco habitual en la infancia, ya forma parte de la realidad de muchos niños y niñas.. Los/as pediatras lo atribuyen al aumento del sobrepeso, la falta de actividad física y las dietas cargadas de ultraprocesados y bebidas azucaradas.

Cuando el cuerpo no regula el azúcar

La diabetes aparece cuando el cuerpo no puede controlar bien la glucosa, el azúcar que usamos como fuente de energía.

En la tipo 1, el sistema inmunitario destruye las células del páncreas que producen insulina, la hormona que permite que el azúcar entre en las células. En la tipo 2, el cuerpo sí produce insulina, pero no la aprovecha bien.

En ambos casos, mantener la glucosa en niveles adecuados es vital, especialmente durante la infancia, cuando el cuerpo crece, cambia y se mueve sin parar.

Uno de los mayores riesgos para los niños y niñas con diabetes son las hipoglucemias, las bajadas de azúcar. A veces dan señales leves, como mareo, temblor o cansancio, pero en los más pequeños pueden pasar desapercibidas hasta que se vuelven peligrosas.
Entender cuándo un/a niño/a está simplemente cansado/a o cuándo su cuerpo está avisando de una bajada de glucosa sigue siendo uno de los mayores desafíos a los que las familias se enfrentan.

La tecnología como aliada… y como incógnita

En los últimos años, los sistemas de monitorización continua de glucosa han cambiado la forma de vivir con diabetes. 

Ya no hace falta pinchar el dedo varias veces al día: basta con un pequeño sensor en el brazo o en el abdomen que mide la glucosa en tiempo real. Estos aparatos, pueden enviar estos resultados directamente al móvil, lo que permite que padres y madres puedan ver desde su teléfono si el nivel de glucosa de su hijo/a sube o baja mientras está en el colegio, durmiendo o jugando.

Aunque suena muy esperanzador, la realidad es que aún hacen falta más estudios para poder entender cómo funcionan los sistemas de monitorización en niños/as y adolescentes. Hasta ahora, la ciencia apunta a que estos sistemas funcionan muy bien en algunas personas adultas: ayudan a mantener la glucosa estable y reducen las hipoglucemias. 

Sin embargo, cuando hablamos de niños/as y adolescentes, la ciencia aún tiene más dudas que certezas. Los estudios en menores de edad son pocos y breves, y la mayor parte de los datos proceden de adultos. A día de hoy, no se puede afirmar con seguridad que estos dispositivos sean igual de seguros en la infancia.

Más allá de los números: educación, apoyo y acceso

Los especialistas lo repiten una y otra vez: la tecnología ayuda, pero no educa.
Para convivir con la diabetes, las familias necesitan aprender a interpretar los datos, reconocer los síntomas y actuar con rapidez. No hay que olvidar que el entorno, más allá de la familia, también cuenta: profesores/as, monitores/as y compañeros/as deben saber qué hacer ante una bajada de glucosa.

A todo esto se suma otro problema: el acceso desigual. Los sensores y las bombas inteligentes siguen siendo costosos, y no todas las familias pueden permitirselos. 

El futuro de la diabetes infantil no solo depende de los avances tecnológicos, sino también de que todas las personas tengan las mismas oportunidades de usarlos y entenderlos.

Más investigación para un futuro más seguro

La tecnología ofrece esperanza, pero también plantea preguntas que aún no tienen respuesta. 

Hace falta mucha más investigación en población infantil: más estudios, con más niños/as y durante más tiempo. Solo así se podrá saber si estos dispositivos son realmente la revolución que prometen.

Mientras tanto, la clave sigue siendo la misma: información, acompañamiento y hábitos saludables. Cuidar la alimentación, fomentar el movimiento y enseñar a los/as más jóvenes a entender su cuerpo sigue siendo la mejor herramienta de prevención.

La diabetes infantil es un reto compartido. Infórmate, pregunta y participa en el cuidado de los niños y niñas que viven con ella. Apoyar la investigación, promover hábitos saludables y compartir conocimiento puede marcar la diferencia.