
escrito por Francesca Favaro, PhD
Cada año, miles de personas en España viven una experiencia que transforma su cuerpo y su forma de vida: una amputación mayor. Hablamos de la extirpación quirúrgica de una pierna, un pie o un brazo. Aunque no siempre se habla de ello en público, esta situación es más común de lo que pensamos. Y sus consecuencias van mucho más allá de la cirugía.
¿Qué es una amputación mayor?
Una amputación mayor es una operación que implica quitar total o parcialmente una extremidad. Puede tratarse de una pierna entera o parte de ella, ya sea por debajo de la rodilla (transtibial) o por encima (transfemoral). En el caso de los brazos, puede ir desde la mano hasta el hombro.
Esta pérdida no solo es física. Afecta a la forma de moverse, la autonomía, y al desarrollo de tareas cotidianas como vestirse o asearse. Para muchas personas, también implica un duelo emocional: por el cuerpo que tenían, y por la vida que llevaban antes.
¿Por qué puede ser necesaria una amputación?
Aunque algunas personas piensan que solo ocurre por accidentes, la mayoría de amputaciones en España son por motivos médicos.
En especial, afectan a personas mayores. Uno de los factores más comunes es la diabetes. Esta enfermedad puede causar daños en la circulación y los nervios, generando heridas en los pies que no cicatrizan. Más de la mitad de las amputaciones quirúrgicas en España están relacionadas con complicaciones de la diabetes.
Otra posible causa es la enfermedad arterial periférica, que reduce el flujo sanguíneo a las extremidades. Sin oxígeno suficiente, el tejido muere y puede ser necesario amputar.
Casos más recientes han vinculado incluso el COVID-19 a problemas de circulación severos, como la isquemia aguda, que puede llevar a una amputación urgente.
También hay amputaciones por traumatismos graves, como accidentes de tráfico, laborales o deportivos. Estas suelen afectar a personas jóvenes y activas.
En menor proporción, algunas amputaciones se deben a cánceres agresivos o infecciones graves, donde el tejido no puede salvarse. También existen malformaciones congénitas que requieren amputación para colocar una prótesis funcional.
El día después: vivir con una amputación
El primer día tras la cirugía marca el comienzo de una nueva etapa. Volver a caminar, moverse o trabajar puede ser un gran desafío. Cada persona vive este proceso de forma distinta. Todo depende del tratamiento, del acceso a prótesis y del apoyo que reciba.
El dolor es uno de los principales obstáculos. Muchas personas sienten molestias en el muñón o incluso en la extremidad que ya no está. Este fenómeno se conoce como dolor fantasma, una situación muy común que puede afectar seriamente la calidad de vida.
Para tratarlo, se combinan medicamentos, fisioterapia y apoyo psicológico. En algunos casos, se recurre a técnicas quirúrgicas como la Reinervación Muscular Dirigida (RMD). Esta intervención podría ayudar a reducir el dolor y mejorar el control de las prótesis.
El uso de prótesis, de hecho, es una parte fundamental de la recuperación. No siempre es fácil adaptarse, pero para muchas personas, representa la clave para recuperar su independencia. En la próxima noticia, hablaremos sobre los tipos de prótesis, cómo se usan y qué avances están cambiando la vida de miles de personas.
Redes de apoyo: no están solos
En España, existen varias asociaciones que apoyan a las personas que han sufrido una amputación. Ofrecen orientación, acompañamiento psicológico y recursos prácticos. También ayudan a resolver dudas legales o a acceder a prótesis.
Muchas de estas entidades colaboran con hospitales y profesionales sanitarios para mejorar la atención. Algunas de las más activas son ADAMPI, AFANIP y ANDADE. Además, cuentan con plataformas digitales y redes sociales donde las personas pueden compartir experiencias y encontrar apoyo.
Tener una red de apoyo marca la diferencia. Saber que no se está solo ayuda a recuperar la confianza y mirar hacia el futuro con más fuerza.