
escrito por Francesca Favaro, PhD
¿Te imaginas que hablar fuera una lucha con cada palabra?
Eso es lo que viven muchas personas que tartamudean cada día.
El 22 de octubre se celebra el Día Internacional de la Tartamudez, una fecha para visibilizar, comprender y acompañar.
Desde 1998, gracias a la Asociación Internacional de Tartamudos (ISA, del inglés International Stuttering Association), este día busca romper mitos y recordar que tartamudear no significa ser menos capaz.
¿Qué es la tartamudez?
La tartamudez, también llamada disfemia o disfluencia del habla, es un trastorno de la comunicación que se manifiesta con interrupciones involuntarias al hablar: repeticiones, bloqueos o alargamientos de sonidos.
Aparece con mayor frecuencia entre los 2 y 5 años, cuando los niños están desarrollando el lenguaje, y es más común en hombres que en mujeres.
La Fundación Española de la Tartamudez (TTM) recuerda que es una dificultad, no un defecto, y que puede variar con el tiempo: hay momentos de mayor fluidez y otros en los que hablar cuesta más.
Las causas no están del todo claras. Se cree que pueden influir factores genéticos y neurológicos, y también aspectos emocionales, como el miedo a hablar o experiencias de presión.
Aunque no existe una cura definitiva, sí hay tratamientos y terapias eficaces, sobre todo si se actúa pronto y con apoyo profesional.
Cómo apoyar a una persona que tartamudea
La forma en que escuchamos puede marcar una gran diferencia.
Hay gestos sencillos que ayudan mucho:
- Escucha sin interrumpir. No completes las frases ni intentes “ayudar” acabando sus palabras.
- Mantén el contacto visual. Muestra interés, aunque haya pausas o repeticiones.
- Evita frases como “tranquilo” o “habla despacio”. Aunque suenen amables, pueden aumentar la presión.
- Da tiempo. No hay prisa: cada persona tiene su ritmo.
- Valora el mensaje, no la forma. Lo importante no es cómo se dice, sino lo que se quiere comunicar.
Estos gestos simples hacen que la otra persona se sienta escuchada, comprendida y segura.
Tratamientos y acompañamiento
Hoy no existe una cura definitiva para la tartamudez, pero sí tratamientos eficaces reconocidos por la Stuttering Foundation, la International Stuttering Association y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La terapia del habla es la base del abordaje: ayuda a controlar la respiración, reducir bloqueos y hablar con más calma.
También se trabaja el aspecto emocional, ya que la ansiedad o el miedo al hablar pueden aumentar la dificultad.
En la infancia, el método Lidcombe, avalado por el Australian Stuttering Research Centre, ha mostrado buenos resultados cuando se aplica con apoyo familiar y profesional. Es un programa de intervención temprana para la tartamudez en el que las familias ayudan a las niñas y los niños a mejorar su habla en su entorno cotidiano, siempre en un contexto lúdico. El papel de los profesionales de la logopedia consiste en enseñar y guiar a las familias en la aplicación del tratamiento. Más allá de las técnicas, la comprensión y la paciencia del entorno son esenciales: escuchar sin juzgar también forma parte del tratamiento.
Lema 2025: “Una comunidad de tartamudez diversa”
La campaña de este año lleva por lema “Una comunidad de tartamudez diversa”, un mensaje que celebra la pluralidad de voces y experiencias.
Cada persona vive su tartamudez de una forma distinta, pero todas comparten algo en común: el deseo de poder expresarse sin miedo.
Durante este mes, asociaciones, profesionales y familias de toda España organizan charlas, vídeos y actividades para recordar que la voz de todas las personas cuenta, incluso cuando tarda un poco más en salir.
En resumen
Tartamudear no es un defecto.
Es solo una manera diferente de hablar.
Y escuchar con paciencia, sin prisa y sin juicio… también es una forma de cuidar.