Las personas entrevistadas en este estudio muestran varias formas en las que, según sus propias experiencias, sintieron el estigma de tener un diagnóstico de salud mental.
ESTIGMAS
Algunos entrevistados cuentan que hay muchas personas que no comprenden que la depresión es una enfermedad y confunden el estado anímico de la persona afectada con falta de voluntad.
Myriam piensa que se suele creer que la persona con depresión está tratando de llamar la atención de los demás. Los medios de comunicación deberían encargarse de transmitir la información de manera correcta y sin prejuicios.
“Con las patologías mentales que son siempre barreras invisibles ¿no? Y la depresión todavía, pero otro tipo de enfermedades mentales, uno procura ni mencionar que las tiene porque encima el estigma ¿no? hace tanto daño. Concretamente en el caso del depresivo, es pues eso, que hemos comentado antes: como de si está llamando la atención y demás. Pero en otras enfermedades mentales, la palabra enfermedad mental ya echa para atrás. Un diagnóstico ya te cercena del todo. Sobre todo si los medios de comunicación se encargan de hacer mal uso de la información, por ser sensacionalistas ¿no? “-¡Esquizofrénico mata a su madre!” Esas cosas que sí pasan, pero bueno ¿por qué ha pasado? ¿Se dice diabético mata a su madre? Porque también hay diabéticos que matan a su madre ¿no?.”
Para Ramón las personas desconfían de la veracidad de las enfermedades mentales. En su trabajo trató de no decir que su problema de salud era depresión para evitar prejuicios.
“Estas enfermedades están un poco mal vistas aún, ¿no? Bueno, un poco no, bastante. Como es un tema desconocido… hay que saber si hace cuento, si es que no encuentra bien o… si es de verdad o si eso son manías… en fin, cosas de estas que mucha gente dice. Y veo que socialmente, ocurre aún que en los trabajos, según qué tipo de enfermedades… no… mejor no comentarlas. Un comentario de que “-Mira, está aquí embobado y no se distrae con nada”. En referencia a una persona que estaba con una depresión fuerte. Aquello que dices: “-No es que esté aquí embobado, lo que está es enfermo…” Pero podría… O sea, tenía como mal visto… Uno que estaba como con síndrome de depresión… lo tenía mal visto. Bueno, de alguna manera no, pero sí de decir: “-¡Estos son pamplinas!”. De decir: “-Tener una depresión es ¡Ahh… ahh…!.”
Vicente piensa que las otras personas creen que la depresión se produce por falta de voluntad. Es muy mal vista precisamente porque no se la considera una enfermedad, incluso por quienes la padecen.
“Cuando tú le dices a una persona que estás deprimida, te dice: ‘-¡Bah, tontadas. Esas son cosas que te buscas tú’. O: ‘-¡Buah! eso es que no tienes nada que hacer.’ ¿Y tú cómo crees que la ven, en general, socialmente, cómo se ve la depresión? Mal, se ve mal. Y se ve como que no es una enfermedad. Se ve como una cosa que uno tiene porque quiere, porque no tiene otras ocupaciones. Aquí la mayoría de la gente que viene… Pues hay mucha gente ahora, en este mes, que se han juntado, personas mayores, sobre todo mujeres que hasta ahora no había pasado. Hasta ahora la mayoría éramos todos hombres y rondábamos todos la misma edad y tal. Pero ahora hay mucha gente, muchas personas de 65, 70 años. Y lo típico, lo primero que le sueltan: ‘Eso es porque tú quieres’. No es porque tú quieres. No se toma… Mucha veces se sienten solas, falta de cariño…”
Para María del Carmen hay personas que juzgan negativamente a las personas con depresión porque no tienen información. Desde su experiencia, subraya la diferencia que conlleva padecer esta enfermedad si vives en un pueblo o en una ciudad.
“En el pueblo es una convivencia que todo el pueblo, pues, sabe cómo vives y lo que haces. Las puertas están abiertas y entran y si tú estás guisando o estás… lo que sea, pues vives más que… Que aquí en la capital somos más independientes. Entonces yo no quiero ver a nadie, no. El día que estás mal, que no puedes bien hacer las cosas, pues quieres que no te vea nadie. Porque si te ven, pues eso por el miedo a que te digan que eres inútil… Se pasa muy mal. y entonces la convivencia en el pueblo me cuesta mucho. ¿Usted vivió hasta qué edad en el pueblo? -Bueno, yo estuve hasta los 16 años o 17, luego me fui a Madrid, se fueron mis padres y me fui a Madrid. Luego ya cuando me casé, vine a Zaragoza. -Cuando era joven, digamos. -Sí. Pero ahora como tenemos casa, vamos los fines de semana y así a temporadas. Y la convivencia resulta difícil por la falta de conocimientos de las personas que hay en el pueblo. Ni saben de depresión, ni de insomnio, ni de nervios, ni de nada. Ahí no, no… nada. O sea, si una persona está enferma, la culpa la tiene ella de estar enferma. No le pasa otra cosa. O sea, parece que ellos tienen que dirigir tu vida y tienes que ser como ellos y todo. Entonces hago muchos esfuerzos por estar con la gente, por llevar una vida socialmente así para que no… Pero no puede ser, no puedo…”
Para Pilar la depresión no es entendida como una enfermedad, sino como una manera de ser. Cree que esa percepción circula frecuentemente entre personas con bajo nivel educativo.
“¿Y cómo cree usted que se ve socialmente la depresión? Pues yo creo que hay una parte de las personas que creen que somos, pues eso, personas cansadas y que nos paramos a descansar. Yo creo que sí, que hay una parte de la población que no lo entiende y menos en situaciones como la mía, que tienes una situación buena. Otra cosa es que digas: “-Ha cogido una depresión porque se ha muerto su marido”, o yo qué sé. O tiene una crisis económica grandísima y “-Fíjate qué situación tiene”. Pero si tú eres una persona normal, que tienes una vida medianamente cubierta, hombre, ahora no la tenemos nadie pero eh, pues te miran con eso de que… pues la gente que no tiene mucha cultura, que no ven mucho… Yo creo que socialmente no está todavía aceptada la… el tema de la depresión.”
Rafael se ha sentido discriminado porque para las otras personas la depresión no es una enfermedad sino un problema que se buscan los propios ‘depresivos’.
“¿Se ha sentido discriminado usted alguna vez? Sí, sí. ¿En qué ámbito? Yo no sé, no sé… “-Si tienes una depresión es porque te la buscas” o “-Esto de la depresión tómate dos copas y ya está”, “-La depresión como de gente floja”. Ahora ya no sé si tanto, de mujeres, depresión, ya no sé si tanto o no, porque cada vez hay más, bueno pero sí que a veces no se cuenta como una enfermedad.”
Otras personas asocian la depresión, e incluso otras enfermedades mentales, con la “locura”, con todas las creencias negativas que circulan socialmente sobre la misma. Desde esta mirada y desde el prejuicio, se actúa muchas veces de una manera discriminatoria, olvidando que estas personas están transitando una enfermedad.
Para Antonia se suele pensar que si acudes a psiquiatría es porque estás “loco”. También circula socialmente la falsa creencia de que no hay solución para este tipo de padecimientos.
“Yo creo que la depresión es una cosa muy mal… más que mal vista por la gente es que no la entendemos o no la entiende la gente hasta que no la pasa. Uno sabe lo que es una depresión si ha estudiado para eso o si lo ha pasado. Pero que quien vive con una persona depresiva o conoce a una persona que tiene una depresión muy fuerte o lo que sea, está muy mal visto. No mal visto, es que no lo entienden, no entienden a las personas con depresiones. Se creen que es por su gusto, que se creen que se han sumido ahí porque quieren, porque no quieren salir, porque no tal. Pero que la depresión es una enfermedad que puede llegar a ser muy grave, muy grave y que si no es cogida, pues, puede fallecer una persona. Igual que con algo del corazón o con un cáncer que no se detecta o con otra cosa. Porque la gente se cree que si tú vas a un psiquiatra, tú estás loco. Y de loco ya no vas a volver para atrás ¡hombre yo puedo sí! estar mal mentalmente, muy mal, muy mal, pero que te puedas recuperar. Por supuesto que sí.”
Para José la depresión es una enfermedad estigmatizada porque nadie quiere estar cerca de una persona con depresión, aunque ésta pueda llevar una vida normal. También habla de los aportes de la psiquiatría y del psicoanálisis.
“Bueno, digamos que también sociológicamente estas patologías están muy estigmatizadas por la sociedad. Es decir, nadie quiere estar al lado de un depresivo ni de un incapacitado psicológico, no digo con una enfermedad mental grave, no, porque a fin de cuentas la depresión no es una enfermedad mental, es una enfermedad que incapacita al ser humano para llevar una vida normal. Desde el punto de vista de la sociedad no se entienden comportamientos psicológicos antisociales, antinaturales ¿no? Entonces por eso estas patologías están tan estigmatizadas por la sociedad, es decir, es peor casi que la lepra y el SIDA. Enseguida te han tachado, en décadas pasadas, de loco ¿Cuántas personas habrán estado ingresadas en manicomios a principios de siglo sin tener ninguna patología como para estar ingresadas? Lo que pasa es que, claro, no se conocía tanto sobre la psiquiatría. Que al fin de cuenta pues claro es como si dijéramos una ciencia de ayer. Sigmund Freud que está ahí, como quien le dice a la vuelta de la esquina, es al que le llaman el padre de la psiquiatría moderna. Fue uno de los psiquiatras, médicos, científicos que se dedicó a investigar el subconsciente y que bueno aportó nuevas fuentes de conocimiento a la mente, tan serio problema que no se había parado en descubrir. Y bueno pues, indudablemente en estos temas se han hecho verdaderas salvajadas en el siglo XVIII y XIX, incluso en el XX.”
Pilar piensa que fruto de la incomprensión sobre esta enfermedad, incluso los seres queridos de la familia extensa pueden juzgar negativamente a la persona afectada con depresión. (Vida Familiar).
“Como sabía mucho la parte moral que había en casa, pues la verdad que ahí no, no he tenido rechazo, no he tenido rechazo. No sé si era mi forma de ser o… no lo sé, pero no he tenido rechazo. El impacto familiar es muy problemático porque te toman por loca. Esa es la palabra de todos, es bastante, bastante falta de comprensión, esa sí que la encuentro falta de comprensión. Yo creo que a una persona depresiva no la sabemos entender. La familia es costoso, es costoso, lo he experimentado conmigo. Todos querían atender a mis hijos porque yo estaba prácticamente loca. O sea, era la palabra que siempre te dicen. Cuando yo he empezado pues a levantar un poco más, a viajar, a estar esto, siempre: “-La loca”. Cuando yo me imponía un poco respecto a mis hijos y los de él, yo era la loca. O sea, es la palabra que casi siempre he escuchado. Siempre es la locura, o sea, tú ves a una persona depresiva “-Está más loca que una cabra, déjala que ya se le pasará.”
Begoña piensa que las personas asocian a las enfermedades que requieren atención psiquiátrica con “locura”. Esa mirada propicia conductas que dañan a la persona afectada de cualquier enfermedad mental. Es un problema social que se debería trabajar tanto en los medios de comunicación como en la educación de los niños.
“Es que aparte existen los estigmas. Tú le dices a alguien: “-Oye ¿Qué te pasa?”, “-No pues es que me duele el hígado”, “-Hay pobrecita, a ver si te curas”, pero si le dices: “-Vas al Psiquiatra”, dice “-Está loca” “-No, me duele la cabeza, me duele el alma, porque el corazón es un músculo”. Y no te debe de dar vergüenza decirlo pero no se puede decir porque todavía hay mucho estigma, mucho. Algunas van de piadosas, de piedad, o sea: “-¡Ay pobrecita, que es que no…” ¿Sabes? Pero te hacen todavía mucho más daño. ¿Y cómo crees se puede, digamos, palear ese estigma? Con muchísima información, lo mismo que nos bombardean con otra clase de noticias, con estas. Cuando hubo el SIDA, cuando las campañas tan tremendas del SIDA, todo el mundo tenía tanto miedo que tomaba precauciones. El SIDA sigue existiendo pero como no hay campañas, ahora ¡Ala, anchas Castillas! como le decimos nosotras. Que se siga pero desde las escuelas, desde las escuelas les tienen que enseñar a los niños lo que es un estigma, que ahí empiezan. Por llamarte cuatro ojos, que el gordito, que nariz chueca o que el gafudo, eso es tremendo.”
Finalmente, algunos participantes pusieron de manifiesto el hecho de que, a veces, es la propia persona afectada quien se piensa a sí misma y a su enfermedad de esta manera negativa y estigmatizante.
Guillermo relata cómo ha logrado protegerse de la mirada negativa de sí mismo y del entorno social.
“ Esto es el estigma. Y lo que piensas tú sobre ti mismo también, yo he sido siempre muy ingenuo, siempre, y me ha gustado mucho centrarme en el trabajo y en mi familia. ¿Cómo… qué has hecho con el estigma? Pues he hecho yo entiendo, he seguido siendo yo mismo. Y me ha costado mucho, mucho, mucho. No se lo deseo a nadie.”