Las personas entrevistadas cuentan que vivieron cambios en el terreno de las relaciones de amistad cuando fueron diagnosticados de depresión. A continuación nos relatan cómo vivieron estos cambios en su vida social:
VIDA SOCIAL
Algunos mantuvieron su círculo amistoso habitual, con fluctuaciones en sus encuentros, marcados por la dinámica de la depresión. Otros cuentan que perdieron amigos durante dicho proceso.
Para algunos que mantuvieron sus vínculos de amistad, éstos representaron un apoyo y acompañamiento importante.
Antonia se alejó de sus amigos durante los períodos de depresión pero luego volvió a acercarse. Cuando ella se distanciaba, sus amigos conocían sus razones e insistían en llamarla e invitarla para estar junto a ella.
“Ellos estaban muy pendientes de mí. Me invitaban a su casa, yo ponía mil excusas para no ir a casa de nadie. Me llamaban por teléfono, mi amiga íntima, a lo mejor una vez me ponía… sí, no, cortaba rápidamente. No tenía ganas de ver a nadie, a nadie, a nadie, a nadie, a nadie. Y ya una vez que estaba mejorando, ya otra vez vuelves igual a tener ganas de estar con tus amistades, es decir, que cuando una persona no quiera estar con sus amigos o es que está mal.”
Una amiga de Eva María le ayudó con su primera consulta psicológica, la recibía en su casa y la acompañaba cuando viajaba para hacer su tratamiento.
“Ahí sí, mi amiga esta de Málaga, pues como una hermana se ha portado conmigo. Mi amiga pues para mí fue ¡vamos! En ese momento me ayudó pero ¡vamos! muchísimo. Igual que ahora ella sigue en Málaga y eso y ella pues tiene su vida, llama menos pero ya dice que le da igual que nos veamos menos, porque ya sabe que yo ya estoy bien ¿no? Pero cuando estaba mal ha estado muy preocupada. Y me acompañaba ella, me cogía en la estación de autobuses, me llevaba a la consulta, porque yo estuve un tiempo que yo, no sabía ni por dónde iba.”
Aunque la escucha que puede hacer un profesional – ya sea de psicología clínica o psiquiatría – es muy diferente, para Begoña resulta de gran ayuda conversar y escribirse con sus amigos.
“Antes me comentaba también, bueno, después del psiquiatra, o sea, o… además del siquiatra ¿Ha visitado algún psicólogo o psicóloga? Mis amigos ¿Pero que son psicólogos? No, no, no, no, no, si la psicología es una rama de la psiquiatría .¿Por qué antes no había psicólogos? Porque había amigos, todo el mundo largaba. Las mujeres, mi abuela se iba al río y ponía a parir a la vecina, la otra a ella y la otra a ella, y todo el mundo sabía de todo el mundo. Y nadie sabía nada, era un secreto a voces. Para qué ibas a ir al psicólogo, teniendo amigos que te sepan escuchar, porque hoy en día, nos aterra hasta que nos llamen por teléfono a mitad de mañana. Y tenemos de todo en las casas, antes no tenían de nada y tenían tiempo para oír a los demás, y lo que nosotros necesitamos más que nada es comunicación, que te escuchen y si tienes un buen amigo y te escucha, eso es maravilloso, y ni te digo encima gratis. ¿Y cómo ha sido la ayuda de esos amigos? Maravillosa, yo tengo amigos desde que nací, y tengo amigos en México, y en México también me han ayudado.”
José Manuel perdió algunos amigos porque se fue aislando y encerrando en su casa. Los amigos que aún mantiene representan un apoyo importante para él porque con ellos comentaba sus problemas y lo estimulaban para que busque ayuda profesional.
“En mi vida social sí, digo que cambié un poquito por la situación que yo quería meterme en mi caparazón y no quería saber nada de nadie. Entonces eso ha tenido impacto en mi vida social pero, por lo demás, los que han estado ahí, han estado y están. Me han quedado dos o tres amigos buenos, el resto, me he encerrado a mí mismo porque no quería relación con nadie. Y entonces he perdido a unos amigos pero a los básicos los tengo. ¿Y por qué? ¿Qué se ha producido ahí? No, porque ahora mismo yo no… me encerraba aquí y ellos tenían su vida, tenían su actividades y entonces pues, cedíamos 50% ellos y 50% yo, pero cedía el 50% cada cual. Pero es que yo, al 50% mío, yo no cedía. Y claro, la bola se fue incrementando y ya he perdido, no es que haya perdido totalmente pero ya no, el trato no es el mismo. ¿Y con qué otras personas se desahogaba? Bueno con mis dos amigos, con mis dos amigos, que esos fueron los que realmente lo han sabido todo. Y claro, con los que desahogaba con ellos, pero claro, no eran profesionales ni nada. Era amistad, que muchas veces la amistad también influye mucho. Son los que me han apoyado y me siguen apoyando todavía.”
Pilar piensa que las relaciones sociales se resienten porque la persona con depresión tiende a aislarse. No obstante, las personas de su entorno la comprenden y están pendientes de ella para acompañarla sin ser insistentes.
“Y cuando estás así, pues claro, se resienten tus relaciones. Te aíslas. Hay personas que insisten, otras que ya pues no son tan insistentes. Pero bueno, en casa también recibe el apoyo. Y los amigos, a pesar de todo, también apoyan. Sí, claro, sí, sí. Ellos intentan: “-Pues tenemos que salir, pues vamos a hacer esto, vamos a hacer lo otro”. Aunque hay veces que ya les dices claramente que prefieres estar solo y bueno, también ellos lo entienden. “-Pues bueno, pues ahora toca esta temporada. Pues ¡ala! estate ahí.” Y mi marido también es mucho así. Los compañeros, lo mismo. Pues bueno, de alguna manera, te dicen: “-No te hemos llamado porque sabíamos, que tampoco queremos que te sientas forzada a venir o que…”. No, la gente se porta bien, sí.”
Guillermo no dejó de asistir a los encuentros con sus amigos, aunque no se comunicaba con ellos porque no podía entablar conversación. Sus amigos comprendieron y lo aceptaron igual.
“Sí, amigos, sí, sí. No, no, no, vida social hacía. Pero no decía ni mu, iba pues a una comida o un cumpleaños o esto. Pues estaba ahí pero no tenía la capacidad de interactuar ni de hablar ni de… No tenía ningún interés por los temas que se hablaban ni por nada ni noticias ni televisión ni nada pero vida social hacía, hacía la propia de… y cumpleaños de los críos, etc. pero sin disfrutar de nada, yendo ahí como un autómata. También, siempre he tenido una red bastante amplia de amistades, incluso en casa, pues hacíamos, organizábamos una cena, venían los amigos, pero yo no era… no, no, no. Y todo el mundo comentaba, por eso mucho, muchas gente se daba cuenta. “-No acaba de estar bien, no acaba tal. Todavía no tiene ganas de hablar y tal”. Te aceptan así también.”
Los amigos de Rafael siempre se preocuparon por él, lo llamaban e insistían en que saliera. Pero él mismo se fue alejando y fue dejando de verlos.
“Los amigos bueno, siempre me venían a buscar y a cenar y comer y me llamaban. Demasiado y todo, demasiado y todo porque, sí, demasiado, la verdad es que demasiado, pero… Era una cosa muy extraña. Lo dejé todo, dejé de hacer teatro, que yo hacía teatro, aquí ya lo dejé todo, dejé los amigos, dejé todo porque tampoco podía, tampoco podía, lo tenía el problema, que bueno, eso lo tienes o no lo tienes.”
Manuel piensa que hay que pedir ayuda a las personas del entorno y aceptar las distintas maneras de colaborar de cada uno.
“Entonces, en el momento en que estás dentro del pozo, yo creo hay que intentar coger todas las cuerdas que te va a tirar la demás gente. Porque no vas a salir del pozo solo sino que vas a salir con la ayuda de la gente que te quiere, de la gente que te va a ayudar a salir. Y a mucha gente le tiran muchas cuerdas pero se vuelve a hundir en el pozo y otra gente las coge y sube hasta arriba.”
Otras personas, aunque mantuvieron sus amistades, intentaron no comentar o trasladar sus problemas de salud a ese ámbito de la vida, ya sea porque les resulta difícil o porque prefirieron que sus seres queridos no sufrieran por ellos.
Myriam se siente apoyada por sus amigos y, en general, se esfuerza para que sus enfermedades no interfieran en su relación con sus seres queridos.
“Y en cuanto a tu relación con tu marido o con tus amigos y eso ¿Cómo ha influido la depresión? Bueno, evidentemente cuando está uno peor, pues está un poquito irritable o está, no está tan por la labor como normalmente. Yo pienso que quien es tu amigo y tu gente que te quiere, pues lo entiende y respeta esa parcela porque sobre entiende que es algo transitorio ¿no? De todas formas, yo procuro siempre igual, con la depresión que con cualquiera de las otras enfermedades que padezco, que no intercepte en mis relaciones. No siempre es fácil, pero bueno también a la vez soy mucho de no dar explicaciones. Ese, el típico ¿cómo estás? Sé que mucho más rápido decir bien, a explicar por qué no estás bien y traspasarle al otro tu angustia ¿no? ¿Te has sentido apoyada por tu entorno familiar? Sí. ¿De amigos y todo? Sí, sí. ¿Y cómo valoras ese apoyo? 200 por 100.”
Los amigos de Teodoro no están al tanto de sus problemas de salud.
“Yo creo que los amigos, pues, no han llegado a enterarse de mi situación y si se han enterado, pues, habrá sido levemente. Creo que si ahora les dijeras: “-Oye y ¿qué te parece el comportamiento de Teodoro o crees que con esta medicina antidepresiva a mejorado?” Seguro que dicen que no saben que yo estoy tomando medicinas, o sea. No sé de nadie que haya dicho, ¿qué tal vas con eso o tal? No.”
Otras personas, aunque mantuvieron sus amistades, intentaron no comentar o trasladar sus problemas de salud a ese ámbito de la vida, ya sea porque les resulta difícil o porque prefirieron que sus seres queridos no sufrieran por ellos.
Elisa Isabel dice que no tiene amigos, aunque actualmente se está encontrando con algunas personas allegadas para compartir el tiempo libre. Ella centró sus relaciones afectivas en su familia, como tías o primas.
“No tengo amistades. Pero no de ahora, nosotros… yo conocí a mi marido cuando tenía 11 años, empiezo a salir con él. Es la persona con la que me he casado llevo 19 años con él. Y nosotros dejamos de tener amigos hace mucho. Verás, tenemos conocido, gente con quien salimos y ahora ya vamos relacionándonos más ¿no? Pero hubo un punto en el que no. En el camping teníamos amistades pero tampoco amigos, amigos, no. Conocidos de irte a tomar una copa sí. Pero amistades, yo tener una amiga… yo tengo una tía que para mí es muy especial, es como mi hermana, es mi amiga con quien hablo todo y con quien, con ella siempre ¿no? Y tengo a mi prima con la que también nos juntamos mucho porque somos muy parecidas y nos contamos muchas cosas, nos ayudamos bastante pero amigas no tengo, hablando claro.”
Ramón conservó algunos amigos de toda la vida, pero entiende que su vida social se redujo mucho con la depresión centrándose casi exclusivamente en su esposa y en menor medida con el resto de la familia. Explica que se debe fundamentalmente a sus dificultades de memoria y concentración para sostener un diálogo.
“Mi vida social se ha reducido prácticamente a cero. Aquello de… con alguien entablar una conversación y estar debatiendo, a favor o en contra, pero patim pero patam o tal, me encuentro sin capacidad, sin argumentos, sin coherencia de poder estructurar un mensaje o un discurso hablando de un tema determinado. Aquello que no… me veo, sí, como más mal en ese sentido, como si me hubieran cortado las alas. Me imagino que si cada vez hiciera más contacto con gente así, me imagino que iría disminuyendo, no lo sé. Pero aquello que cada vez, más tranquilidad, más tranquilidad, estar en casa, Marina y yo, la familia… y poco, poco movimiento.”
Antonio no frecuenta a sus amigos porque también disfruta mucho de la compañía de sus hijos, con quienes pasa casi todo su tiempo libre.
“Que pocos amigos tengo porque la mayoría de los amigos están casados y cuesta encontrar amistad, lo que pasa es que yo tengo a los niños soy el hombre más feliz del mundo, no sé, estoy muy ¿Cómo se llama? Ahora uno juega al fútbol, la otra al vóley y siempre estoy entretenido.”
Vicente no se siente comprendido por sus amigos más cercanos y prefiere pasar su tiempo libre solo. No obstante, mantiene comunicación con amigos en otras ciudades en las que ha vivido.
“A las amistades que tengo, las pocas que son, me dicen: ‘-¿Pero otra vez igual?’. Y al otro día a un amigo le dije: ‘-¿Chico qué quieres que te diga? El mismo problema que tiene tu mujer. Lo que pasa es que ella es funcionaria y se lo puede permitir”. Le sentó antipático. Pero la verdad es que aquí hay mucha gente que te dice: ‘-Es que necesito apoyo, es que necesito estar con gente y tal’. Es que solo estoy de maravilla. Además, desde que vivo aquí en casa de mi hermana, que vivo en el campo, me he asilvestrado de tal forma que es que me da hasta pereza bajar. Y tengo gente de conversaciones con chat. Amigos, pero es lo que comentamos, casualmente gente que está en Canarias o está en Madrid, en Barcelona. Con mis amigos de Barcelona, pues todos llevan… Pues no sé, dejé como a ocho o nueve amigos en Barcelona y todos: ‘-¿Cuándo vienes? ¿Cuándo te vamos a ver?’. Recibo correos de ellos estos días diciendo: ‘-¿Pero cuándo te vamos a ver?’, me imagino que no es que se hayan olvidado. Con unos más, con otros menos pero siempre es eso de decir, pues, por lo menos una vez al mes recibes un correo de uno que dice: ‘-Pero, Vicente, ¿cuándo vienes? ¿Cuándo te vamos a ver? Es que estás a hora y media, ahora con el tren’. Es que, claro, ‘-Que sí, que sí, que voy. Es que no tengo dinero”. “-Ahora que tengo, no puedo’. Todas esas cosas.”
María del Carmen prefiere no comentar su problema. Dice que se siente mejor estando sola porque se compara con las otras personas y siente que no puede ser como ellos.
“Y contarlo a cualquiera, pues no cuentas. Entonces como no cuentas lo que te pasa y, a lo mejor, te ven que fallas, que no te comportas muy… Que estás, a lo mejor, muy agobiada y eso, pues a lo mejor piensan que es… y no, no cuentas las cosas porque… Hay a personas que sí. Hay personas muy comprensivas. O que les ha pasado a ellas también lo mismo o que tienen de cerca un familiar o que ellas tampoco lo pasan muy bien a veces, son un poco más vulnerables a la depresión o insomnios y eso. Entonces, sí que te comprenden. Pero a estas que digo yo que son todo terreno, tan fuertes y tan… que duermen muy bien y todas esas cosas, no se lo puedes contar porque es como si a mí me cuentan, yo qué sé, cosas que no entiendo, que no pueda entender. Pues sí. Y la gente, ya sabes, cuanto más ignorante es, más daño hace. Hace más daño. Entonces, pues procuras no… Y te vas aislando tú misma. O sea, a mí no me ha aislado nadie: ni amigos ni familiares ni nadie, nadie. Me voy aislando yo. Porque es que me siento mejor. Cuando estoy en casa sola es que me siento mejor porque, como no compito con nadie, como no… pues me siento mejor. Y cuando, a lo mejor, pues convives así con la gente, me pongo peor porque veo que valen más, que yo quiero y no puedo. Y que no, que si tienes que hacer cosas, que tienes que tener la cabeza bien despejada y concentrarte y enterarte bien de las cosas que te dicen y si no es así, las consecuencias son muy desalentadoras.”