Durante la fase más aguda de la depresión, los expertos no recomiendan pedirles a los pacientes que “se esfuercen” en realizar determinadas acciones si éstas no les surgen espontáneamente, ya que sus habilidades están mermadas y pueden frustrarse al no conseguir los objetivos que se les piden, aumentando su culpabilidad. Sin embargo, sí es positivo estimularles a que se pongan su atención en las cosas agradables y positivas que aún tengan y que procuren disfrutar de ellas. Progresivamente, cuando la persona se va recuperando, y si le apetece hacer cosas, sí es conveniente animarle.
Además de los tratamientos que realizaron y otras estrategias, tales como hacer actividades que le brindaban satisfacción, algunas personas cuentan que aprendieron nuevas maneras de comportarse poniendo mucho de su voluntad para lograr controlar algunos pensamientos negativos, sentimientos y comportamientos que potenciaban su malestar.
Cada uno fue encontrando su propia manera de controlar los momentos difíciles en el transcurso de su depresión.
Algunos de los recursos de autoayuda utilizados por las personas entrevistadas en este estudio fueron las técnicas para controlar temores y pensamientos negativos, leer libros de autoayuda, utilizar técnicas de relajación a través del control de la respiración y la meditación.
En el siguiente apartado los participantes describen cómo reorganizaron las actividades cotidianas e intentaron controlar su malestar.
APRENDER A CONTROLARSE
Los siguientes testimonios ilustran cómo algunas personas trataban de no quejarse o conversar sobre su enfermedad para no trasladar sus problemas, sus pensamientos y sentimientos negativos a las personas de su entorno.
María del Carmen intenta no quejarse todo el tiempo pero este esfuerzo es contraproducente cuando se siente mal porque se desconcentra y las otras personas se lo reclaman.
“Pero no me gusta estar quejándome a todas horas, estar diciéndole lo mal que me siento. Entonces, alguna vez estoy muy mal y lo que pasa, pues, hay cosas que a lo mejor dices: “-Oye ¿Habrás ido?” “- Se me ha olvidado”. ¡Jo…! Por tal, por cual. “-Pues, hijo mío, ¿qué quieres que haga, no ves que tal…?”. “-Vale, venga, no pasa nada”. Y así, y es que, vamos, últimamente ya digo que es sobrevivir, no es vivir ya. Es sobrevivir.”
Otro aspecto comentado por los entrevistados fue el desarrollo de la paciencia y tratar de no pensar permanentemente en sus problemas.
Myriam pone mucha voluntad para sentirse bien, aunque a veces no puede porque tiene otras enfermedades que también le causan malestar. Intenta con mucho esfuerzo no dejar de lado sus actividades y busca encontrarle el lado positivo a los cambios que surgen.
“Pues influye en que no me deja vivir tranquila, no me deja hacer las cosas que me gustan, las cosas que voy haciendo las hago con mucho esfuerzo, pero procuro hacerlas. Y yo la teoría me la sé muy bien pero no siempre es fácil de llevarla a la práctica. Yo sé que debería de retomar hacer ejercicio porque me beneficiaría para mí enfermedad y también para la depresión. Yo procuro poner todo lo que esté en mi mano, salvo cuando no puedo, como en esos episodios que te conté de hace una semana y diez días ¿no? Pero, bueno, yo posteriormente me jubilé porque mi enfermedad se acrecentó. Y entonces yo intenté invertir ese… buscar siempre el lado positivo ¿no? “-Bueno ahora tengo más tiempo para hacer lo que siempre he querido hacer y no he tenido tiempo”. Pero a su vez no podía ¿no? viajar porque no me encontraba bien del otro cuadro.”
Desde el punto de vista de la terapia de orientación cognitivo conductual el hecho de que los pacientes puedan controlar los pensamientos sobre lo que les sucede influye de manera muy importante en lo que sienten, en especial en cuadros ansiosos o depresivos.
Pilar aprendió a controlar sus pensamientos negativos y para eso se ayuda con ejercicios de respiración y la práctica de meditación a través de yoga. Piensa que así aprendió a controlar la ansiedad.
“Yo lo mismo insistiré en lo que he dicho, que no… que es una enfermedad pero, bueno, que otras enfermedades hay peores. Quiero decir, en el sentido de que de esto no se muere nadie. Aunque sea así muy drástico. Bueno, claro, si se llega a un grado… Yo hablo de mi grado, no de las personas que no están con una depresión así, que no tenemos que estar hospitalizadas. Supongo que habrá otras, que a lo mejor, las tienen que hospitalizar. Que para mí ha sido muy importante eso, el saber manejar la mente, los pensamientos. Hay que saber, hay que intentar aprender a controlar la respiración, a controlar la mente, controlar los pensamientos. Digamos, liberarse de esa esclavitud que son los malos pensamientos. Yo, para mí, eso es lo más importante. Yo ya empecé a leer mucho sobre el tema. Y empecé a hacer yoga y meditación. Y ya pues he ido investigando sobre el tema, pues practicando la meditación, la respiración, el control de la respiración. Y bueno, pues, me ha ayudado bastante eso. Yo creo que uno de los condicionantes que me ayudan es el yoga, el dejar… Porque también somos muy impacientes en estos casos. En el sentido de querer hacer las cosas muy deprisa, de… Y el yoga te ayuda un poco, la meditación sobre todo, te ayuda a dejar pasar ese momento malo.”
Elisa Isabel aprendió técnicas para controlar sus temores y pensamientos negativos.
“Evitas todo lo que tú piensas que puede tener un peligro. Yo estoy cortando algo porque estoy haciendo de comer con el cuchillo. ¡Y ya tengo en la cabeza, oye que si me voy a cortar, me voy a hacer y si veo sangre tengo que salir corriendo! Le buscas a todo lo negativo, a todo ¿Y cómo se contrarresta esto? Pues, con las técnicas que estoy utilizando, bueno que están utilizando conmigo de buscar lo positivo. Cambiar ese pensamiento. Hay que cambiar el pensamiento.”
Algunas personas se plantearon no dejar de lado sus actividades y revisar las prioridades dentro de sus obligaciones, o bien buscarle el lado positivo a los cambios que surgían.
Ahora que se encuentra mejor, Pilar le da más valor a las pequeñas actividades que hace para el mantenimiento e higiene de su casa. También lee libros de autoayuda y aprende técnicas de relajación, además de apoyarse en su religión.
“¿Cómo cambió su calidad de vida tras el diagnóstico y el tratamiento? Mi calidad de vida, de estar en la cama que no quería levantar a empezar, aunque no fuera más que por la casa. Poco es, pero algo era, el tener, valorar el hacer la cama, levantarte a hacer la cama. Yo lo veía muchas veces por mi hija, cuando cayó tan mal que decía: “-Bueno, ahora ya no hago yo el café, ya por lo menos se lo hace”. Me gusta mucho la lectura, sobre todo de autoayuda, muchísimo. Procuro ir a Reiki (Ver Glosario), procuro ir a cualquier cursito de relajación, procuro ir a esta ¿Cómo se llama? Los cursos de risoterapia (Ver Glosario) que me privan. O sea, procuro hacer cosas de estas. Cuando hay cursitos de estos de relajación, soy la primera. Si hay de risoterapia, ya te digo, me priva, me encanta, porque creo que es la que te hace levantar la moral. Ser un poco de niño, porque la realidad es que tenemos que ser como niños. Sí, más que otra cosa, lo que te ayuda es buscar tú que te ayude. O sea no es estar pendiente de que te tengan que ayudar. Quizás sea un poco solitaria en ese sentido. Soy muy independiente. Eso sí que me considero muy independiente, no dependiente, sino muy independiente. Pues yo, la verdad con… no sé, me apoyo mucho en la religión y me la llevé conmigo a Lourdes, estuvimos en Lourdes, parece que venía más tranquila, un poquito más sosegada y estábamos ya viviendo un poquito más la tranquilidad.”
Otras que sentían irritabilidad o malestar hacia las personas de su familia o su trabajo, hacían esfuerzos por controlar esos sentimientos y las conductas que a ellos asociaban.
Vicente aprendió a discutir controlando su irritabilidad y, a partir de ese esfuerzo, hoy se siente más tranquilo.
“José Manuel tuvo episodios de mal humor con sus compañeros de trabajo pero como era consciente que trasladaba su malestar a las otras personas de su entorno, intentaba controlarlo o pedir disculpas si no lo lograba.”
José Manuel tuvo episodios de mal humor con sus compañeros de trabajo pero como era consciente que trasladaba su malestar a las otras personas de su entorno, intentaba controlarlo o pedir disculpas si no lo lograba.
“¿Y cuál ha sido el impacto de la depresión en su trabajo? Me comentaron que se jubiló hace un año ¿no? ¿Pues en estos siete, ocho años, los que estuvo trabajando con depresión? Sí, sí mal humor, un mal humor, hay veces que cuando uno de esos me ponía por las nubes. Y después, claro, lo pensaba: “-José Manuel, pero si ellos no tienen culpa de tus problemas. No amargues la vida de los que están alrededor porque ellos también tienen sus problemas”. Y, pero claro, era después que había pasado ya el calentón. Después, claro, pedía disculpa y todo eso pero el daño se lo hacía a la gente que de mi alrededor.”
Cuando diagnosticaron a Julio, fue cuando se dio cuenta de que había tenido los síntomas clásicos de la diabetes: sudoración, sed y muchas ganas de orinar.
“Manuel aprendió a desarrollar la paciencia tratando de no pensar todo el tiempo en su depresión. Además, trata de controlar las influencias negativas que puedan ocasionarles otras personas, poniéndole límites. Explica que le resultaron muy beneficiosos los ejercicios de respiración que aprendió en las clases de yoga.”