Además de la atención especializada – psiquiatría y psicoterapia – existen otros recursos comunitarios como los que brindan las asociaciones de pacientes y los grupos de apoyo, que constituyeron una ayuda importante para las personas con depresión que nos brindaron su testimonio. Para más información sobre asociaciones y/o grupos de ayuda mutua existentes en las diferentes Comunidades Autónomas de España (Asociaciones de pacientes).
LOS GRUPOS DE APOYO: COMPARTIR Y AYUDARSE
Myriam piensa que la persona con depresión debe tener un papel activo en su tratamiento y que los grupos de ayuda de las asociaciones pueden contribuir en este sentido.
“El paciente, por llamarnos de alguna manera, porque ya muchas veces no tiene uno ni paciencia, necesita ser parte activa de su rol de enfermo que le ha tocado ¿no? O sea, no es simplemente un como elemento prescrito ¿no? Tómate esto, tómate esto y ¡no! pienso que es muy importante que se creen grupos de ayuda, asociaciones donde no la haya, porque bueno. Yo, al final me he liado con otro tema que no tiene nada que ver con ninguna de las cosas que yo padezco y yo he visto lo beneficioso que es el pertenecer a un grupo. Nosotros en la asociación a la que pertenezco, somos 250 personas, entre afectados y familiares. Y la gente llega muy perdida, entonces, tienen necesidad, primero de identificarse con un grupo de personas similares a ellos. Y sobre todo, de no sentirse un bicho raro ¿no? ni una persona que está fingiendo, una identificación ¿no? y pertenecer a un colectivo y yo creo que es importante. Siempre ¿no? está el bichillo raro sobre todo, porque, en la depresión concretamente pues está lo típico… es para llamar la atención, es para un chantaje emocional, cuando lo que tiene uno encima es la pena de no poder dar la talla 100 por 100 o de estar fuera de cobertura en tantos momentos ¿no?.”
Rafael participa en una asociación de usuarios del servicio de Salud Mental de su localidad. Para él es un espacio en el que siente que mejora y aprende de las experiencias de sus compañeros. Conoció la institución a través del periódico.
“La verdad es que cuando vengo y me siento con treinta a escuchar una charla o a pintar un monigote como cuando era pequeño. Pero el estar al lado de ellos parece que como que salgo un poco mejor. Esto, el convivir con ellos las horas que convivo y bueno y venir a pintar que podría pintar con un profesor que le pagase, como no tengo dinero para pagarlo vengo aquí. Las charlas que dan, pues bueno, me entretengo, pero sobre todo… si hacemos alguna excursión con ellos, pues bueno me junto con ellos y charlo y aprendo. Aprendo de ellos, aprendo. Es curioso ¿no? que aprenda de una persona que está en tal mal estado pero aprendo ¿Cómo fue que conociste el recurso de…? Bueno pues como siempre, el periódico, SAPAME para salud mental”
Antonia asiste a una asociación de pacientes donde realiza muchas actividades colectivas, las que valora positivamente porque cree que son de gran ayuda contra la depresión.
“A mí siempre me ha interesado mucho este problema y tenía muchas ganas de venir apuntarme a la asociación. Ahora vamos a hacer ya un viaje juntos, me estoy apuntando a cosillas que hacen aquí, como aprender a usar el ordenador y varias cosas. Que viene el psicólogo, que vienen psiquiatras, que tal, que… Hacen cosas muy positivas y muy importantes en estos sitios. Pues también va muy bien porque hay muchas reuniones, hay gente que todavía sigue con sus depresiones tratándose. Hay algunas que se curan más y algunas que te estabiliza un poquito pero que en fin… te pueden dar mucha terapia, mucha ayuda cuando te hace falta. Y luego, pues, también se hacen muchas actividades, que viene, venimos. Que si hay yoga, que si hay información de nutrición. Y la verdad es que bueno, muchos viajitos los domingos. Es gente que como habitualmente tampoco tiene muchas amistades, pues aquí se sienten a gusto, hacer un viajes juntos, en fin. Pues se junta mucha gente que tiene los mismos problemas y te entiendes también. ¿Te ha servido de ayuda a ti la asociación de pacientes? Pues sí, sí. Claro que sí.”
José decidió transmitir a otras personas aquello que aprendió viviendo su propia depresión. Actualmente, participa guiando un grupo de autoayuda una vez por semana en una asociación.
“A los tres, cuatro años de estar completamente recuperado yo soy consciente de que yo sé muchas cosas, de que yo tengo, entre comillas, sin ser ningún súper hombre ni nada por el estilo, tengo una sabiduría de algo que otros quizás necesitan conocer y saber. Entonces yo me planteé que tenía que hacer algo, que tenía que buscar la forma de poner en común esto que yo sé cómo se vive y cómo se desvive. Yo llevo un grupo de autoayuda todos los jueves del año, dos horas, de 6 a 8; ha habido muchos avatares pero yo sigo ahí y voy a seguir de por vida. O sea, es un compromiso que tengo adquirido conmigo mismo y con el ser humano. Y si no hago esto, me puede faltar cualquier cosa pero esto lo voy a seguir haciendo. Entonces yo, esto lo tengo asumido como uno de mis fundamentos de estar en este planeta. Si yo he vivido esta experiencia tan trágica pero al mismo tiempo tan positiva, en lo que supone saber lo que es vivir, comprender la profundidad del ser humano; esto no se puede perder ni se puede desaprovechar, esto hay que trasmitirlo. Yo creo que mi misión en este momento y para siempre, mientras me quede un hálito de vida, es estar ayudando a los demás en esto. Por eso estoy encerrado en esta fundación, por eso no me importa ir a donde sea ni entrevistarme con quién sea si puede contribuir a transmitir el mensaje más principal e importante: y es que de esto se sale, de esto uno se cura. Hay que ser consciente de una cosa: de esto hay que curarse de verdad. Y tengo compañeros y compañeras que se han curado de verdad y resulta que están metidos en este rollo de ayudar a los demás en la asociación. O se han hecho terapeutas, han estudiado. Yo me he conformado de momento pues con mi experiencia y con leer mucho y con ponerme al día, en fin en una palabra, con esto, intentar profundizar en mi problema, eso lo primero. Podría ser un masoquismo, alguien dijera “-Este tío, qué masoquista que es”. Pues no, yo no me he conformado con haberme curado. Yo he querido saber por qué me ha pasado esto. No creo que todavía haya encontrado todas las respuestas pero sí he procurado averiguar cómo ha sido mi vida desde que nací. Es decir, intentar revivir mi vida es… sinceramente es algo a lo que nadie quiere enfrentarse. O sea, el ser humano tiene mucho miedo a muchas cosas pero si tiene algo de miedo a algo, es a enfrentarse consigo mismo. El que es capaz de enfrentarse consigo mismo, de hablar consigo mismo, entrar adentro, averiguar sus debilidades, averiguar sus miserias y también sus bondades y sus habilidades, ya tiene ahí trabajo. Yo conocí la asociación, pues, después de mucho tiempo de dar palos de ciego aquí y allá, hasta que un buen día conozco esta asociación, me presento una tarde en el grupo de autoayuda, me identifico, doy un spitch. Y ya pues ahí me quedé atrapado ¿no? y ya pues, en fin, ahí continué y ahí sigo y ahí estamos ¿no?.”
Pilar participa en una asociación donde siente que puede hablar y ser escuchada. Allí encontró personas que viven situaciones similares a la suya y esto le ayuda a comprender su condición de salud.
“Conocí el Puente, hace cuatro años y pico que conocí el Puente aquí en la Asociación de Feafes y… al venirme con las familias y ver que la gente estaba pasando similar a lo mío, pues la verdad me ayudó bastante. Me ayudó muchísimo, mucho, mucho. Para mí la asociación es la que me ha levantado prácticamente en todos sentidos eh. Porque he sabido hablar con… vamos, he venido y he hablado con personas que están viviendo similar a lo que yo estoy padeciendo o pasando. Y una con otra, o sea, al hablar prácticamente de lo mismo, no sé, eso es como cuando tú hablas de fútbol y el otro comprende el fútbol. Si a mí me vas a hablar de un jugador de fútbol que no entiendo de fútbol, no puedo comprender quién es. En cambio aquí cuando puedes hablar de una cosa que estás precisamente, no sé, pasándola tú, pues, te sientes cobijada, te sientes de otra manera. Incluso cuando estás un poco más caída o deprimida o tal, te vienes a la asociación un rato y parece como que ya encuentras otras personas, incluso chavales con más problemas que tú y te hace sentirte más, más necesitada, más alegre. Y la verdad yo la asociación, para mí ha sido mis pies y mis manos desde que murió mi marido y desde que mi hija estaba tan mal.”
Begoña buscó ayuda en una asociación porque era muy prolongada la espera entre las visitas a su psiquiatra. Asiste a un centro donde realiza actividades grupales y se comunica con otras personas que le ayudan a reflexionar sobre sus sentimientos y a sobrellevar su situación.
“Entonces pues dije: “-Tres meses para que vuelva otra vez ¿Qué hago yo en esos tres meses?” Si volvía a tener las mismas recaídas. O sea, es ir a la psiquiatra e ir a casa, yo me sentía igual. La medicina tarda mucho efecto en hacer efecto, de tres a cuatro semanas de entrar en sangre. Ya cuando empecé a sentir que me entraba en la sangre yo ya me empecé a sentir más tranquila. Pero así y todo yo decía: “-Esto no puede ser, yo necesito alguien que me ayude más”. Y me fui a hablar con una trabajadora social, la trabajadora social me ubicó a la asociación en donde estoy. Y hacer cosas que te gusten, eso te ayuda mucho, yo pinto, escribo, vengo al centro, yo el primer día que… Mi marido se dio cuenta de todo estas cosas, porque era bastante escéptico, cuando me veía que salía del centro y salía como que me habían lavado por dentro. O sea todo lo veía bien, iba a casa a cocinar con un gusto, no me enfadaba. Ya sobre el miércoles o el jueves, ya empezaba a cambiar y me decía: “-Si es que vas al centro y sales como nueva” y digo: “-¡Es que es así!”, “-Sales como nueva”. ¿Y como descubrió el centro, ya que me habla de..?. Por eso, la trabajadora social, le expliqué lo que me pasaba, que yo quería ayuda, yo quería comunicarme con los demás, gente que habría pasado por algo parecido a lo mío y que podía aprender de ellos y que yo no me sentía bien y quería sentirme bien y que yo no quería entrar a la cama tres días ni cuatro ni cinco, yo no quería estar ninguno. Y que quería volver a sonreír y a bailar porque yo bailo en la cocina un montón, pongo mi música y bailo, estoy todo el día bailando. Y esas ganas de… hago las cosas como por hacerlas y… Que te sientes muy mal, que hasta al cielo azul le ves gris. No iba a la pintura, dejé de pintar, dejé de leer. O sea, yo leía una página y volvía sobre la misma página cinco o seis veces. No te concentras porque el cerebro te manda otra información, te machaca continuamente, ¡paf!, ¡paf!, ¡paf!, ¡paf!, y por mucho que le digas… “-Oye, que me dejas en paz”, no sabes cómo hacerlo. Entonces hay gente que sabe como he de hacerlo, pues aprende de ellas. ¿Y qué haces en el centro? Ah, pues, tenemos muchísimas cosas, la maestra, yo le llamo maestra, con respeto, es la palabra más hermosa, pues nos enseña a llevarnos, primero el día a día, a querernos, a sentirnos fuertes, a valorarnos como personas, a respetar a los demás y a no hacer lo que no nos agradan.”
Ramón asistió a terapia grupal y para él era liberador contar sus problemas porque le ayuda a asumirlos.
“Y había un grupo, todos con problemas y bueno, aquello que había una reunión a la semana a una hora determinada y siempre se sabía que aquella hora siempre se podía ir allí y podías comentar, escuchar, pues explicar lo que te pasaba, el hecho, a lo mejor de liberarte, aquello de: “-Bueno, lo hago público”, lo asumes más, de decir: “-Bueno va!!”. Esto está hecho público y vamos a ver si lo solucionamos, y no aquello de decir: “-Bueno, lo tengo yo, yo me lo quedo y…”, no, no. Sino el hecho de exteriorizarlo va bien.”
Inicialmente, Vicente buscó ayuda en un grupo terapéutico y posteriormente buscó atención psicológica.
“Había empezado a venir a un centro para unas reuniones de terapia de grupo, que no había estado nunca, para intentar pues paliar, escuchar a otra gente, que dices: ‘-Bueno, pues hay gente que está peor que tú’. Y la verdad es que eso te anima. La verdad es que una vez a la semana, pues, ayudaba a relajarme. La verdad es que muy bien. Por ejemplo, he hecho amistad con gente. Ha habido gente que… El primer día, pues, una señora se echó a llorar porque no entendía por qué yo me podía reír cuando la depresión era tan dramática y todo esto. Y es que yo me río. Es que yo soy así. Ahora pues ella ha pasado cinco o seis semanas con la medicación, viene más contenta, se ríe y le digo: ‘-¿Ves cómo las cosas cambian?’, digo: “-Es que yo soy así.”
María del Carmen asiste a terapia grupal en una asociación de pacientes. Dice que le ayuda porque recibe consejos del psiquiatra y se comunica con personas que comprenden su problema sin cuestionarla ni alarmarse.
“¿Y qué tal va con la terapia de grupo? Pues bien. Porque ves que uno tiene un problema, otro tiene otro. Procuras tú ayudar al otro y el otro, a lo mejor, te ayuda a ti. Y el psiquiatra pues nos aconseja a todos y tal. Sí, te sientes bien porque por lo menos tienes libertad para contar todo lo que te pasa y sabes que no se van a alarmar ni van a decir: “-Esta es una inútil” o lo que sea.”
Pilar asistía a terapia de grupo una vez por semana. Piensa que era una liberación poder hablar de sus problemas con otras personas afectadas, ya que aliviaba a las de su entorno. Conoció este recurso a través de un anuncio en el consultorio y luego corroboró la información en Internet.
“¿Y entonces cuando fue el momento que buscó la ayuda aquí en la Asociación? ¿Cómo fue la relación? ¿Estuvo averiguando? Sí. Ellos pusieron un cartel de estos, allí en el ambulatorio. Lo vi de casualidad porque además el médico ni se había percatado. Porque yo me fijé que lo tenían allí, al lado de la puerta, y lo busqué en Internet y me pareció que era una buena idea. Porque yo había hecho terapia con una psicóloga y luego también con otro psicólogo después, que ella no podía. Pero así en grupo, lo que es en grupo, no había hecho nunca. Entonces, aquí había una persona muy joven, el psicólogo que dirigía el grupo. Es una persona muy viva, muy encantadora, que tiene muchas ganas, es muy majo. Entonces, yo vine y vi que había problemas como el mío o peores, mejores. En fin, cada uno tenía un problema y nos dábamos ánimo. Entonces, venía todas las semanas, los jueves, y para mí, claro, era una liberación poder hablar de tus problemas. Porque, claro, con los más cercanos a veces también te da un poco de pena el entristecerlos más de lo que ya te ven. Si encima tú les narras todo lo que pasaba por tu cabeza. Entonces veníamos aquí, nos dábamos apoyo unos a otros. Y yo ya me sentí mejor.”
Guillermo se desempeña en una asociación de pacientes en la que se promueve la participación activa de personas que padecieron o padecen depresión.
“Yo es que he contactado después con bipolares y con gente de esta, pero a raíz de esta asociación, de esa Nostra Veu, que esto es una idea que surgió entre un grupo de padres pero que estamos varia gente que hemos tenido depresión o tal. Y estamos ahí promoviendo la participación directa de la persona que ha tenido este problema. A partir de ahí sí que he contactado pero ya en una fase que… completamente normal por parte mía, tomé una decisión propia de que esto, pues, de alguna manera es promover el cambio de lo que hay, cambio de actitudes, de manera de pensar. De hecho es una línea de actuación y una línea de trabajo que es el futuro en salud mental, seguro.”