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Atención psicológica y frecuencia de visitas

By 8 diciembre, 2014 abril 28th, 2020 No Comments

En esta sección, las personas entrevistadas nos explican sus experiencias con la atención psicológica, los profesionales de psicología y la psicoterapia.

Aquí algunas personas relatan cómo accedieron a la atención a psicología clínica y cómo se organizaba la frecuencia de atención con estos profesionales.

Un grupo de los entrevistados acudieron al sistema público de asistencia. En otros casos, aprovecharon los recursos comunitarios o recurrieron a la atención privada.

La mayoría de las personas acudieron a psicoterapia con motivación porque encontraban un apoyo importante y sentían que iban mejorando. Para otras, en cambio, al principio significó un esfuerzo importante pero con el tiempo fue disminuyendo esta sensación gracias a los resultados positivos que iban alcanzando. La frecuencia de las visitas a psicoterapia puede variar según las necesidades de cada paciente y de los criterios profesionales o de la organización de los distintos servicios.

SÍNTOMAS

Algunas personas realizaron psicoterapia dentro del sistema sanitario público.

José Manuel esperaba con muchas ganas el día de su visita para terapia psicológica. La frecuencia de visitas a la psicóloga dependía de su estado anímico.

“Lo deseaba, tenía señalado en el calendario que para el día cuatro de febrero tenía que ir a la psicóloga, bueno pues un día antes ya no dormía, para mí fue un alivio. ¿Y luego el tiempo entre visitas a la psicóloga? Yo vivía con una ilusión de hacer los deberes. Mi psicóloga me decía: “-Esto tiene que hacer hasta la próxima visita”. Vale, “-Pues, el semáforo hay que cruzarlo nada más que en verde porque los niños pueden… y te puede hacer daño a ti, te puede coger algún coche. No te anticipes, aunque tengas prisa espera que se ponga verde”. Por ejemplo, es un hecho, no es un hecho real ¿no? eso es anticipación a lo mío, a mi problema. Y yo claro, pues, lo único que me basaba era en decir, “-Estas son las lecciones que tengo que aprender en estos quince días o un mes”, y me esforzaba en aprender, otras veces no las conseguía, pero bueno, mi intención era esa. ¿Cuánto tiempo pasaba entre una visita y otra? Depende. Te digo que depende, no es la expresión correcta, sino depende de mis circunstancias también. Depende de cómo me viese ella, si ella me veía un poquito agobiado, pues me decía “-Vente dentro de diez días o dentro de quince”. Y si me veía bien me decía “-Vente dentro de un mes”; pero a los quince días por ejemplo me llamaba ella, me decía: “-Oye, José Manuel ¿Cómo estás?”, “-Como unas las castañuelas, psicóloga”. Con aquello que le dijese a ella yo, con la expresión misma de la voz mía ella ya me localizaba, y entonces pues. Mi psicóloga, pues, si yo tenía algún problema la llamaba: “-Psicóloga, voy a verte”,“-Pues ven para acá mañana, que tengo un hueco de paciente a paciente tengo un hueco llegado allá ¿eh?”. Charlamos cinco a diez minutos y con aquellos cinco diez minutos, como ya sabía todo, ya pues ella lo único que me decía: “-Aquí, aquí, aquí, aquí, aquí”, digo “-Aquí, aquí está el fallo”, “-Pues venga.”

Pilar recibió sólo tratamiento farmacológico por un tiempo y posteriormente su psiquiatra le recomendó continuar con terapia psicológica.

“No me ofrecieron terapia psicológica, no. Únicamente nos atendían en el ambulatorio y no había terapia psicológica. Yo, tampoco me dio por buscar un psicólogo. Fue después cuando ya lo busqué. No, conforme pasaron los años y yo tuve temporadas, así, de decaimiento, ya me tocó otro psiquiatra. Este sí que me habló de la terapia. Y entonces yo ya busqué una psicóloga que me atendía una o dos veces en semana y me ayudaba un poco a desmenuzar todos esos problemas que nos forjamos cuando estamos mal. Un poco a entender esa negrura.”

Un grupo de personas que no fueron derivadas a psicología por su médico de cabecera buscó por su propia cuenta la manera de atenderse dentro del sistema público.

Elisa Isabel se atendió por un psicólogo perteneciente a los servicios sociales del ámbito público. Posteriormente se atendió en el ámbito privado.

“Aquí hay un psicólogo gratuito del ayuntamiento. Que ese psicólogo se dedica a los casos en que las familias se separan, ayudan a las madres, a los niños, cuando hay una separación familiar, no a los casos míos. ¿Vale? Pero cuando yo fui a ese psicólogo, ese psicólogo directamente me dijo: “-Yo no llevo casos como el tuyo pero no te voy a dejar en las circunstancias en que estás. Mientras te vuelven a ver donde te tienen que ver, yo voy a hacer un seguimiento contigo.”

Un recurso posible para acceder a la atención psicológica es el que ofrecen distintas asociaciones de pacientes u organizaciones comunitarias (Grupos de apoyo).

Antonia no hizo psicoterapia, pero accede a consultas de vez en cuando con una psicóloga de la asociación de pacientes con cáncer en la que ella colabora.

“Me comentabas que nunca has ido a un psicólogo ¿Verdad? No, no. ¿Y por qué? Pues porque no me han mandado. Yo creo que porque no me han mandado. Seguramente, haría una labor también muy importante junto con, o cuando deje la medicación o incluso con medicación, yo supongo que un… De todas maneras psicólogo, psicóloga más bien, tengo una que voy de vez en cuando. Que es de la asociación del cáncer. Entonces ella tiene el teléfono siempre abierto, si alguna vez te… cualquier cosilla. Pues también ese escape sí lo tengo pero que no es por la seguridad social.”

Algunas personas accedieron a la atención privada porque no consiguieron atenderse en el sistema público debido a la escasa inclusión de los profesionales de psicología clínica. Otros entrevistados decidieron directamente buscar la atención psicológica en el ámbito privado.

Rosina nos cuenta que al principio representó un esfuerzo importante hacer psicoterapia, pero al cabo de un tiempo, ya no era así. Siempre ha consultado con psicólogos privados, recomendados por allegados. La frecuencia de visitas depende de su estado anímico y, si es necesario, mantiene el contacto a través del correo electrónico.

“¿Te supone algún tipo de esfuerzo personal asistir a terapia? Si, a veces sí. Claro que sí. Sobre todo las primeras cuando fui al principio de la depresión o de la tristeza al principio me cuesta porque me cuesta cualquier cosa y eso también me cuesta Lo que pasa que como ya las conozco y ya estuve las primeras veces que fui me parecía que no iba a ayudar en nada que no, que hablar con una persona desconocida a ver que me iba a servir, de qué me iba a servir y fue un esfuerzo, pero, he visto su resultado entonces ahora cada vez me cuesta menos. Al psicólogo sí. Pero al psicólogo, nunca he ido a los psicólogos de la seguridad social porque siempre he tenido oportunidad de tratar con psicólogos que alguien me ha recomendado o que alguien me ha dicho. El psicólogo que tuve la primera vez era una psicóloga que la tenía aquí al lado de mi oficina… Y estuve yendo durante un año y pico. Me comentabas que te has comunicado con el psicólogo por internet, cuéntame un poquito de esto. Pues porque, nos vemos una vez al mes. A mí al principio me hubiera gustado verlo más pero, por otro lado económicamente no me lo puedo permitir, porque las cosas están como están. Entonces simplemente, así de sencillo, no me lo puedo permitir. Pero me gusta este psicólogo y entonces él se ha ofrecido muchas veces y me ha dicho: “-Puedes comunicarte conmigo cuando tú quieras, me escribes lo que tú quieras, a través de Internet”. Y así alguna vez lo he hecho, alguna vez que me sentido mal, me he encontrado otra vez en la llorera, de llorar y llorar un fin de semana, dando vueltas encerrada, me ha vuelto a dar bajón y le escribo y él me contesta y siempre lo que me contesta me ayuda muchísimo y acierta ¿verdad? ¿Por correo electrónico? Correo electrónico, a mí me gusta escribir, a él también, creo que escribir es algo positivo porque sueltas cosas y lo aclaro con él, entonces eso lo recomiendo, eso lo recomiendo.”

Elisa Isabel dice que es un esfuerzo importante hacer psicoterapia, porque además de tener que trasladarse a otra localidad, durante la terapia se tratan temas difíciles de afrontar.

“El problema es ahora, que llevo tres semanas yendo, desde que he vuelto a ir y todos los jueves: o hay niebla o hay lluvia o amanece un mal día. Entonces desde el primer día mi madre quiso acompañarme y le dije que no. Que era algo que yo tenía que hacer sola y lo hago sola. Lo paso mal. Lo paso mal porque encima de que ya sabes, vas predispuesta a que vas a una terapia, entonces, que vas a contar cosas que te duelen, que te recuerdan. Tienes que exponerte a la carretera, tienes que exponerte, enfrentarte a fobias, ya te digo, exponerte a la niebla, a la lluvia y te enfrentas a fobias. Llevo la botella de agua, llevo el tranquilizante en el bolso y… me arreglo.”

Algunos participantes no se encontraban a gusto en la relación con su profesional o bien no percibían mejoría con la terapia psicológica recibida. Mientras que algunos dejaron la terapia, otros prefirieron cambiar de profesional y continuar el tratamiento.

José visitó a un psicólogo después de varios años de sentirse mal. Durante un año y medio, realizó visitas regulares dos veces por semana, pero no sintió mejoría con la terapia.

“Entonces, uno, tomando conciencia de que no está bien, intenta ver cómo puede solucionarlo, volver a la normalidad. Yo, en mi caso, a los cuatro años o así de andar con muletas, pues decidí, unilateralmente, buscarme la vida. Y encontré un psicólogo, un centro, un psiquiatra. Contraté un una serie de entrevistas regulares. Dos veces por semana, una hora, una hora y media y así; estuve año y medio. Bueno ¿aquello qué me permitía? Bueno, pues, te voy a decir con sinceridad: un espacio en el que yo hablaba, pero nadie me escuchaba. Bueno, sí, me escuchaba el terapeuta. Pero era el espacio en el cual yo soltaba y soltaba. ¿Y qué pasa? que llegué a la conclusión de que era un pensamiento circular, permanente, en el cual yo estaba enredado y no salía de él. El terapeuta escuchaba y me hacía preguntas que yo, a veces, no podía responder. Y podía darme alguna pauta. Pero él lo que trataba era de llegar a la profundidad del alma, de ver por qué razón me encontraba yo como me encontraba. Total al cabo de año y medio le dije: “-Mira, esto no me conduce a ninguna parte”. Y cancelé la terapia.”

Vicente solicitó a su médico la derivación a psicología, hizo una primera entrevista y decidió no volver. Luego consultó con otra psicóloga.

“Me derivó porque yo lo solicité. Le pedí que me derivara a psicólogo, no quería psiquiatra. No sé. Las experiencias que había tenido de pequeño con la psiquiatría, la verdad es que no me ayudaban mucho. Entonces pedí psicólogo. Me tocó un psicólogo que no era el que me correspondía en el centro de salud sino que me tocó otra persona porque la otra persona se había cogido la baja por depresión, con lo cual iba a lo seguro. Y no, tuvimos una reunión y pasé completamente de la idea de volver. Pues aquí no encontraba ningún psicólogo que me llamara la atención. Leí un libro de una psicóloga que había publicado un ensayo. Intenté conseguir la dirección. Me la dieron en la editorial y empecé unas sesiones con ella. Entonces, la verdad es que estuvimos, la verdad es que fueron siete u ocho sesiones. Y no me terminaba de convencer.”

El coste de las consultas privadas es otro aspecto importante que dificulta o impide, para muchas personas, el acceso a este tipo de tratamiento.

Elisa Isabel tuvo que dejar su terapia porque no podía pagarla.

“Tuve que dejar mi terapia a medias porque económicamente no me la podía pagar, entonces, la tuve que dejar y no había terminado. No todo el mundo tiene las posibilidades. Yo si te digo que en el momento en que yo caí en la depresión tuve posibilidades económicas, simplemente que en ese momento, ni estaba en condiciones de buscar ayuda ni sabía lo que me estaba pasando ni sabía lo que necesitaba, pero en ese momento yo hubiese tenido dinero para curarme. Yo tenía dinero para curarme. Hoy por hoy, con la crisis, te puedo decir que no, que económicamente… y los psicólogos son caros. Y la seguridad social no te ayuda, no te ayuda nada. Habrá a quien a lo mejor le habrá venido bien, a mí no. Voy a buscar ayuda, Aunque me tenga que gastar el dinero que gano en esa ayuda, pero voy a buscarla tengo que superar esto.”

Para Myriam hubiera sido importante hacer psicoterapia, pero no pudo acceder económicamente a la atención privada.

“El tema de la terapia, sigo teniendo el mismo problema de siempre, no hay solvencia digamos como para mantener una psicoterapia de manera continuada. Cuestiones crematísticas. Fundamentalmente, no me lo he podido pagar. Y ya te digo el seguro privado, si el psiquiatra lo considera oportuno. La verdad es que el tema de la psicoterapia, es que para verle color, necesita un tiempo. Tú puedes hacer un esfuerzo un tiempo determinado pero tú no puedes ir todas las semanas y pagar un dinero extra, podrá ir quien se lo pueda permitir pero yo tengo otra serie de gastos, que sí, que este puede ser prioritario en algún momento pero no para mantenerlo de forma continuada o de forma continuada en un tiempo.”