En este apartado los entrevistados por el equipo de PyDeSalud nos relatan cómo conocieron su diagnóstico de depresión (episodios o trastornos depresivos únicos o recurrentes) a través de un profesional sanitario y de qué manera reaccionaron.
Aunque existen varios tipos de depresión, este estudio se centra solamente en las experiencias de personas con depresión unipolar en sus diferentes estadios (leve, moderado y grave) que fueron diagnosticadas por un profesional sanitario.
El hecho de conocer el diagnóstico de depresión despertó diferentes sentimientos y actitudes. Aquí nos cuentan sus experiencias.
SÍNTOMAS
A Guillermo le diagnosticaron trastorno depresivo mayor y temía sufrir actitudes discriminatorias.
“¿Y cómo cree que influyó en su vida en este momento, cuando le dan el diagnóstico de depresión mayor? Bueno, esto para mí fue… No fue extraño porque estoy acostumbrado a la terminología. Y de hecho esperaba, no es que esperase, es que no me extrañó para nada. Simplemente necesitaba en aquel momento irme. Y sí, después, días después, semanas después, estando de baja, mi cabeza trabajaba muy rápido y teniendo muy claro que el diagnóstico y un primer ingreso… Que empieza, ahí empieza la historia de la enfermedad y de las etiquetas y del estigma.”
A José le diagnosticaron depresión exógena y destaca como un aspecto negativo que no puede predecirse cuándo ocurrirá. Piensa que no es posible diagnosticar la depresión a partir de pruebas clínicas como las que se hacen para otras enfermedades.
“Bueno, pues, como yo te digo, al ser todo exógeno… Son debidas a factores externos, en el tiempo y en la vida. Lo que tú no puedes saber es cuándo eso va a entrar en crisis. Y entra en crisis en el momento en que algo falla, algo te descoloca y para lo cual no tienes explicación. Y lo único que va a hacer es minar tu autoestima, culpabilizarte de cosas que tú no eres culpable pero que, en alguna medida por esa circunstancia, tú te consideras desafortunado y te encuentras desasistido, sin ningún tipo de armamento ni de herramienta para poder hacer frente a ello y tu fortaleza psicológica se derrumba. Estamos hablando del alma, no estamos hablando de un riñón, ni de un corazón, ni de cualquier órgano vital del cual se sabe todo, menos del cerebro. El cerebro todavía, del ser humano, está en pañales, ahora es cuando un poquito está empezando la neurociencia y otras ciencias modernas de investigación, están tratando de averiguar qué se cuece ahí. Pero del alma humana sabemos muy poco, no sabemos nada. Entonces estamos hablando de sentimientos, de emociones, entonces no son cosas tangibles, no se llega al descubrimiento de esa patología por una analítica física.”
Antonia cree que es difícil determinar el tipo de depresión que se padece. Ella se sentía perdida y cuenta que su situación mejoró a partir de que recibió atención profesional.
“En el caso de las depresiones, yo creo que casi nadie sabe el tipo de depresión que tiene una persona. Muchas veces ni los propios médicos. A no ser que ya hagas cosas muy fuertes. Pero yo, en mi caso, sí se notaba que estaba mal, mal, mal. ¿Por qué? Porque cuando te lo dicen, pues, estás perdida totalmente. Es como cuando tienes una depresión, tú estás perdida, perdida, perdida totalmente y no sabes por dónde vas a salir. Gracias a Dios, pues bueno, llegamos al sitio adecuado, te ponen tu medicación, te recuperan y ya dices: “-Dios mío, que hay, hay esperanza” ¿No? Como en todo, como en todo.”
Al igual que otras personas entrevistadas, María del Carmen cuenta que tuvo muchas dificultades para explicar a su médico lo mal que se encontraba. Posteriormente pudo describir mejor su malestar gracias a la información obtenida a través de los medios de comunicación. (Búsqueda de Información).
“Y estuve bastantes años pasándolo muy mal. Y cuando ya habían pasado unos cuantos años, fui al médico. Y yo quería decirle lo que me pasaba pero no sabía cómo explicarme Es que es muy difícil de explicar. Esas cosas que sentías y ese malestar, era muy difícil. Y más para una persona… que yo estaba viviendo en el pueblo y no había oído jamás hablar de nada, vamos, ni del sueño ni de nada. Entonces, pues, iba al médico y me echaba a llorar, me echaba a llorar. Y me decía: “-¿Qué te duele? ¿Qué te pasa?”, y tal. Y yo: “-Si es que no me duele nada, pero que yo me meto a la cama por las noches y que no duermo porque tengo como un ruido en la cabeza. Una cosa que no sé lo que es, que no sé lo que me pasa. Así, en los oídos, como así… una cosa”. Y a veces me daban como unas… que parece que me chillaban y tenía que… Cuando estaba con alguien de más confianza decía: “-¡Que me muero, que me muero, que me muero!”. Porque no sé qué me pasaba por el cerebro. Cosas raras que todavía ni lo sé ni a lo mejor lo sabré, pero me pasaban. Entonces, yo estuve pasándolo fatal, fatal. Y luego ya, pues cuando ya, después de años y años que ya se empezó a hablarse más de estas cosas, pues yo oí algo por la radio, por la televisión y eso. Y ya fui al médico y empecé ya a saber explicarle un poquito más. Y claro, y me dijeron que era depresión, pero que… Porque de esto pasarían, pues, muchísimos años. Hasta hace diecisiete años, o así, que me diagnosticaron y empecé a tomar antidepresivos, pues, me mandaban pastillas para los nervios que decían.”
Algunas personas explican el tipo de depresión que padecieron y la información que recibieron de los profesionales sanitarios. Esta información les ayudó a comprender su profundo malestar y entender el porqué de su persistencia en el tiempo.
María cuenta que llegó un momento en que sus síntomas fueron tan persistentes que asumió que ese estado no era normal. Le diagnosticaron depresión endógena; ella dice que la suya puede ser una enfermedad crónica.
“Pues nada, cuando llegaron determinados días en que yo no paraba de llorar, yo no paraba de estar triste, yo no paraba de que… a que me hicieran así, pues pegaba cuatro voces, pues yo dije: “-Pues no, pues este no es un estado normal de una persona”. Y entonces fui al médico, al médico de cabecera. Pues, que le planteé que no, que yo nunca había sido unas castañuelas anímicamente pero que yo no me sentía bien. Y entonces él me planteó una batería de preguntas. Pues, recuerdo pues preguntas tipo, de si había tenido ganas de hacerme daño, de hacer daño a alguien. Sobre todo esas, de ese tipo, de que pues eso, de si lloraba o no lloraba, de si tenía ganas de hacer cosas, no tenía ganas de hacer cosas, que cómo me levantaba, con ganas, sin ganas de… Entonces, pues, yo entonces, según la respuesta que yo le dije en ese momento, me dijo, me habló de que tenía un depresión leve. Me puso el primer tratamiento… El problema de la depresión es este, que no sabemos. Yo, por lo menos, hablo en plural porque yo vengo a un grupo de autoayuda aquí en la fundación. Entonces, todas las personas parece que coincidimos un poco. Las personas que padecemos una depresión endógena no tenemos un motivo. Y veo que comparas mucho la depresión con enfermedades crónicas. ¿Consideras que es una enfermedad crónica? A lo mejor me dejo influenciar por la mía, que es endógena. Entonces yo no quiero pensar en lo que me va a pasar a mí, porque a lo mejor, un día el cable que está aquí se conecta bien, la serotonina empieza a funcionarme bien y ya está. Pero tampoco, lo mío está más cerca de una enfermedad crónica que de otro tipo de enfermedad. Quiero decir, a mí se me muere mi padre y yo en ese momento puedo tener una reacción depresiva. Y hay otra persona que tenga otra de… mi hermano, puede que no tenga una depresión, tenga una tristeza de… elabora su duelo y no tiene una depresión. Yo tendré una crisis más fuerte en esos días o no la tendré. Pero lo mío está más cerca de la cronicidad porque es una cosa endógena, química, lo que sea, que mi hermano o que mi hermana.”
Marina, la esposa de Ramón, explica las características de la depresión mayor recurrente que le diagnosticaron a él.
“Era una depresión recurrente. Ah, vale… Porque eran muchos episodios que se habían repetido a lo largo de mucho tiempo. Si es solamente una o dos veces, se queda en una depresión y nada más, pero en una depresión recurrente, es que ya ha habido muchos episodios.”
A Manuel el diagnóstico de depresión le provocó alivio porque le ayudó a aceptar la situación y a comenzar a comprender sus síntomas.
“Me sirvió para aceptarla. Me sirvió para decir: “-Bueno, pues esto es lo que tengo, qué remedio ¿no? Tengo que aceptarlo porque no… Yo no quería aceptarlo evidentemente, pero cuando ya me lo dijo un psicólogo, pues, ya sí que… quizá la depresión, la tenía, de hacía un mes. Entonces cuando me lo dijo, fue aliviante ver que era eso.”
Después de acudir varias veces a urgencias por encontrarse muy mal, el psiquiatra le informa a Javier que tenía depresión y que debía iniciar un tratamiento; él aceptó porque quería sentirse bien, como antes.
“Yo no me encontraba bien, no sabía qué es lo que me ocurría e iba a urgencias. A urgencias, pues allí me hacían análisis de sangre, de orina, o sea, lo normal, y bueno, no sabían el qué ni si me daban algún medicamento y me iba para casa. Cuando llegaba la noche aquello era horroroso, estarse en la cama aquello era imposible. Claro, al no poder descansar y por la mañana tener que realizar tu trabajo o lo que sea, era imposible, era imposible. Vamos de vuelva a urgencias otra vez, y así pues igual fui, no sé, cinco o seis veces por lo menos. Hasta que un día vino una doctora y se ve que se le encendió la bombilla y dice: “-Te hago un papel y ve a ver a un psicólogo, porque tú para mí tienes un principio de depresión”. Y a partir de aquí pues vine con el doctor y me diagnosticó esto. ¿Y usted le pidió información específica a su médico o al doctor? No, no, no. ¿Sobre qué era la depresión? Sí, sí, él me dijo que era depresión, que era un principio de depresión y bueno, me dijo si quería hacer el tratamiento, yo le dije que sí, sí, porque yo de aquella manera no podía estar y empezamos el tratamiento. Sí que me dijo que el tratamiento era un poco largo, a mí me da igual pero yo lo que quiero es estar como antes, no como ahora, que esto es… esto no puede ser.”
Varios participantes explican que recibieron el diagnóstico de depresión sin información adicional y que les hubiese gustado saber más sobre la depresión para entender mejor su situación, aunque en ese momento no pudieron pedirle a los profesionales sanitarios que les atendieron. También atribuyen la escasa información recibida al tiempo de la consulta, ya que suele ser muy restringido en el sistema público de atención sanitaria.
Myriam ha sido diagnosticada de depresión mayor. Considera que los profesionales no le brindaron información suficiente sobre la enfermedad y sobre los recursos disponibles. (Búsqueda de Información)
“Pues me hubiera gustado estar informada en todo momento de cómo podía desarrollarse la enfermedad. También, yo supongo que en muchas ocasiones dan por hecho que yo lo sé y tampoco caben más explicaciones. Pero uno también pierde la objetividad cuando se trata de uno mismo ¿no? o de orientarte hacia grupos de apoyo, asociaciones o formas de hacer terapias, que si uno no la puede, se la puede financiar ¿no?”
María del Carmen explica que luego de realizarle varios cuestionarios o tests, le confirmaron que padecía una depresión endógena que se le ha cronificado. Ella sintió alivio por saber lo que tenía, a pesar de haber recibido poca información en ese momento.
“Y entonces, pues, algunos médicos me han dicho que se ha cronificado, que es una depresión crónica. Que se ha cronificado. Y entonces, pues, cura, no. Es endógena también, depresión endógena. Y entonces, cura, no tiene cura. Hay temporadas mejores y otras peores. ¿Usted no pidió información en ese momento sobre lo que eran esos dibujos y demás ejercicios que hacían? No, yo me imagino que sería para ver psicológicamente si tenía algún problema. ¿Y se quedó satisfecha, usted, con la información que le dieron en ese momento? Pues, no mucho, porque es una cosa muy compleja y en la Seguridad Social los médicos tampoco se pueden estar a mucha… no se pueden estar. ¿Y cómo se sintió cuando le dieron el diagnóstico de depresión endógena, Carmen? Bueno, pues, me sentí bien. Porque digo: “Bueno, por lo menos, no sé, algo sé, algo”. Es que eso de no saber nada ni haber oído nunca de nada, pues te sentías mal: “-Pero bueno ¿Y esto qué es?”. Y entonces ya, pues, a medida que empecé a oír por la radio, por prensa y eso, que hablaba, pues ya, todo lo que salía de depresión y así de cosas de enfermedades nerviosas, pues iba leyendo.”
Para otras personas, en cambio, fue importante conocer el diagnóstico, pero la información respecto al tipo de depresión no les pareció importante.
Vicente no tiene claro el tipo o gravedad de la depresión que padece; él la menciona como depresión sin más.
“Pues eso es lo que no sé, porque esa vez, cuando tuve que llenar los papeles, el problema era el diagnóstico. En este caso me han diagnosticado depresión con inadaptación activa o pasiva. ¿Esto era? ¿Ahora o antes? Ahora. En la anterior, pues, no lo sé. Para mí, siempre ha sido una depresión. En el parte médico, la verdad es que no me fijo nunca de lo que me ponen.”
Por otra parte, hubo personas, que quisieron conocer más acerca de su enfermedad y buscaron información por su propia cuenta.
A Elisa Isabel le diagnosticaron fobia social y agorafobia. Ella buscó información por su cuenta para saber de qué se trataba.
“Yo no recibí ningún tipo de información. Yo, mi información fue: “-Aquí tiene usted Trankimazim® (Alprazolam Ver Glosario), aquí tiene usted Paroxetina (principio activo, Ver Glosario), tome tal, tome cual, ¡Ala…! para su casa”. Esa fue la información que yo recibí: “-Tienes fobia social y agorafobia, ya está ¡Ala…! para tú casa”. Directamente. Esa fue la información, todo lo demás me lo he proporcionado solita.”